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Coronavirus: ¿dejà vú de la Guerra Fría?

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A lo largo de la historia las epidemias han diezmado poblaciones completas, desde las bíblicas hasta las documentadas. Una de las más renombradas –tal vez por la cercanía de una Europa entrada en la dinámica capitalista- ha sido la peste negra o bubónica del siglo XIV. Esta epidemia guarda muchas similitudes con la actual pandemia generada por el COVID-19. ¿En qué y por qué? Veamos…

Cuando se inició el voluminoso comercio medieval con Oriente, el fastuoso Imperio Chino era uno de los puntos codiciados por mercaderes venecianos y genoveses –tendríamos que esperar al siglo XIX para llamarlos italianos-, en busca de la preciada seda entre otras. El retorno de estos comerciantes trajo consigo una diminuta bacteria –que también debería esperar al siglo XIX para ser descubierta- que ingresó por el sur de la península, portada por roedores que en sólo cuatro años llegaría hasta las islas británicas y provocaría la mortandad más importante sufrida hasta entonces.

Esta epidemia se dio en los comienzos del capitalismo, donde ya se empezaban a formar los centros y las periferias. Igual que en nuestros tiempos, aunque hablemos de globalización. En un sistema mucho más complejo –de dimensiones incomprensibles para aquellos mercaderes medievales- pero que incluye los mismos escenarios aunque ampliados. 

Por estos días, el comercio muy vinculado a China –que ya no sólo produce seda- ha unido nuevamente a este gigante con Italia. Justamente el norte de la península, mucho más industrializado, ha sido el vinculado al comercio chino. El nuevo virus ingresa silenciosamente otra vez a Europa por el país mediterráneo y –no en cuatro años- en dos meses ocasiona la mayor mortandad registrada desde la Segunda Guerra Mundial. Rápidamente se expande por el continente europeo hasta llegar al resto del mundo. Llega también a los Estados Unidos. Ahora bien, nos preguntamos… ¿llegó o salió del país del norte?

La tensión económica que sostienen estos dos países es bien conocida. Al menos desde el último año el conflicto está dado por la competitividad económica en el plano tecnológico –recordemos la presión ejercida por China a través de Huawei para ingresar al mercado norteamericano, y la resistencia por parte de este argumentando un posible espionaje-. Y aquí volvemos a cierta dinámica que creíamos obsoleta. 

La industria armamentística y los negociados bélicos nunca abandonaron las esferas del poder en el país del norte. Ya sea con demócratas o con republicanos siempre estuvieron en los espacios de interés geopolítico o proveyendo a aliados estratégicos. Con el fin de la Guerra Fría esto no cambió; mutó. Las balas no son las únicas que destruyen, también lo pueden hacer los virus. Pueden generar colapsos y regeneraciones en un sistema que arrastramos desde el medioevo. Hoy con un impacto mayor. China por su parte, ya no es la de Mao. Un país con una economía mixta que se encuentra invirtiendo a lo largo del globo y produce casi el 90% de lo que utilizamos y consumimos. 

Hay una verdad, los paises nunca dejaron de espiarse, como tampoco de presionar sobre aquellos puntos de interés tanto a nivel regional como internacional. Pero en los últimos tiempos nos encontramos viviendo muchas similitudes con aquella época. Estados Unidos dirigido por un presidente liberal que prioriza la economía por encima de la salud –al estilo Reagan-, una Europa que sigue estos pasos seleccionando al grupo etario que atenderá o dejará vivir. Una Rusia que dice no tener contagiados –o escasos-, viviendo en un escenario de re-sovietización con un presidente en ejercicio desde hace más de dos décadas. Con un importante poder para blindar los medios, buscando mantener el equilibro del control  mundial… En fin, varios aspectos conocidos. Aunque podemos agregar otros propios de la dinámica contemporánea. 

Muchos de estos escenarios hoy comparten una gran cantidad de población envejecida, en palabras capitalistas, no serían aportantes al sistema y generarían grandes erogaciones para su sostén. En el caso de China, una significativa sobrepoblación. Entonces, ¿podríamos pensar a este virus como una eugenesia planificada donde cualquiera de los escenarios en conflicto busca ganar competitividad? 

Las economías liberales claramente van por ese camino, Europa viene desfinanciando su sistema de salud hace tiempo y el que posee es accesible a aquellos que pueden costearlo. El ejemplo de desborde ante esta pandemia en Italia y España es elocuente. Por su parte Estados Unidos –con un sistema de asistencia sanitaria pública muy escaso iniciado durante el gobierno de Obama-, subestima el nivel de contagios y muertes. Primero otorga libertad de acción para que cada estado se comporte a su criterio, sin tener en cuenta que poseen una de las ciudades más cosmopolita del mundo: Nueva York. Y luego menciona que la cuarentena –que no es tal a nivel país- será levantada en quince días para no resentir la economía. Cuando al otro lado del globo, China entra en recuperación con las más estrictas medidas sanitarias y se prevé un despegue económico en los próximos meses. 

Trump –en un año de elecciones hablando del “virus chino”- no se puede dar el lujo de esperar, cuando ya los indicadores de desempleo explotan la economía norteamericana. Europa, por su parte, más cautelosa espera pasar la contingencia. Pero claro, ya no tendrá gran parte de la población pasiva cuando esto suceda. 

Nuevamente nos cabe la pregunta… ¿este virus –que podríamos decir de diseño-, fue un arma más en esta contienda comercial? ¿estamos viviendo un dejà vú de aquella Guerra Fría que creíamos terminada? Esta pandemia ha golpeado a todo el mundo, muy lejos quedó el impacto de aquella epidemia del siglo XIV, aunque Italia haya sido la punta de lanza en Europa. Es un peón más en el tablero. Un escenario que nos parece cambiante, pero que en realidad no cambia nada… continúan dirimiendo sus poderes las grandes economías mundiales. Algunos de esos escenarios habrán cambiado de nombre, pero no de intereses. 

Por lo tanto, ¿estamos viviendo un dejà vú de la Guerra Fría? ¿Una contienda que transita más allá de los “simples mortales” viviendo en “simples países”, que siguen colocando en primer lugar la salud de su población antes que su economía.? En pos del control mundial, con nueva tecnología, con mayor control biogenético y bacteriológico y siendo casi los mismos actores en escena… es para pensarlo.

Gabriela Macchi, historiadora.

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